ANTONIO GAMONEDA. ESPAÑA (1931) |
No tengo miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino, veo una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad cuyo dolor no me concierne.
Vengo del metileno y el amor; tuve frío bajo los tubos de la muerte. Ahora contemplo el mar. No tengo miedo ni esperanza.
SABADO
Mi rostro hierve en las manos del escultor ciego.
En la pureza de los patios inmóviles él piensa dulcemente en los suicidas; está creando la vejez:
ayer y hoy son ya el mismo día en mi corazón.
Del Libro del frío, 1992.
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