GASTON BARQUERO CUBA (1918-1997) |
Escribiré un soneto que le oponga a mi muerte
un muro construido de tan recia manera,
que pasará lo débil y pasará lo fuerte
y quedará mi nombre igual que si viviera.
Como un niño que rueda de una alta escalera
descenderá mi cuerpo al seno de la muerte.
Mi cuerpo, no mi nombre; mi esencia verdadera
se inscrustará en el muro de mi soneto fuerte…
De súbito comprendo que ni ahora ni luego
arrancaré mi nombre al merecido olvido.
Yo no podré librarle de las garras del fuego,
no podré levantarle del polvo en que ha caído.
No he de ser otra cosa que un sofocado ruego,
un soneto inservible y un muro destruido.
De El álamo rojo en la ventana (1935-1942)
OSCAR WILDE DICTA EN MONTMATRE A TOULOUSE-LAUTREC LA RECETA DEL COCTAIL BEBIDO LA NOCHE ANTES EN EL SALON DE SARAH BERMHARDT.
(Según
Roland Dargeles, en casa de Sarah bebieron esa noche un raro cocktail.
Un hombre preguntó cómo se hacía. Y Sarah dijo: «Este es un secreto de
Oscar. Oscar, ¿querría usted darle en privado la receta a mi dulce amigo
el señor de Toulouse-Lautrec?»)
«Exprima usted entre el pulgar y el índice un pequeño limón verde
traído de Martinica. Tome el zumo de una piña
cultivada en Barbados por brujos mexicanos. Tome
dos o tres gotas de elixir de maracuyá, y media botella
de un ron fabricado en Guyana para la violenta sed
de nuestros marinos, nietos de Walter Raleigh.
Reúna todo esto en una jarra de plata, que colocará
por media hora ante un retrato de la Divina Sarah.
Luego procure que la mezcla sea removida
por un sirviente negro con ojos de color violeta.
Sólo entonces añadirá, discretamente,
dos gotas de licor seminal de un adolescente,
y otras dos de leche tibia de cabra de Surinam,
y dos o tres adarmes de elixir de ajonjolí,
que vosotros llamáis sésamo, y Haroum-Al-Raschid llama tajina.
Convenientemente refrescado todo eso,
ha de servirlo en pequeños vasos de madera
de caoba antillana, como nos lo sirviera anoche
la Divina Sarah. Y nada más, eso es todo:
eso, Señor de Toulouse, es tan simple
como bailar un cancán en las orillas del Sena».
De Poemas invisibles, 1991.
PALABRAS ESCRITAS EN LA ARENA POR UN INOCENTE
(Fragmentos)
Yo no sé escribir y soy un inocente.
Nunca he sabido para qué sirve la escritura y soy un inocente.
No sé escribir, mi alma no sabe otra cosa que estar viva.
Va y viene entre los hombres respirando y existiendo.
Voy y vengo entre los hombres y represento seriamente el papel que ellos quieren:
Ignorante, orador, astrónomo, jardinero.
E ignoran que en verdad soy solamente un niño.
Un fragmento de polvo llevado y traído hacia la tierra por el /peso de su corazón
El niño olvidado por el padre en el parque.
De quien ignoran que ríe con todo su corazón, pero jamás con los ojos.
Mis ojos piensan y hablan y andan por su cuenta.
Pero yo represento seriamente mi papel y digo:
Buenos días, doctor, el mundo está a sus órdenes, la medida exacta de la tierra es hoy de seis pies
y una pulgada, ¿no es esta la medida exacta de su cuerpo? Pero el doctor me dice: Yo no me llamo Protágoras, pero me llamo Anselmo.
Y usted es un inocente, un idiota inofensivo y útil.
Un niño que ignora totalmente el arte de escribir.
[…]
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