GLADYS GONZALEZ. CHILE (1981-)


















BOLSITA

Me llama
a las tres de la mañana
para comprar pan
agarro la bolsita
y tomo un taxi

la noche me espera
en un paradero


ESTAMPADA

Sigo estampada
como un pedazo de género barato
como un muestrario de dolores
que se vende apilado
al aire libre
recordando las historias
que han pasado por esta tela
los dedos que han delineado
cada figura del grabado
tomo las tijeras
saco trozos para pegarlos en mi libreta
intercalo las palabras
con el tejido
para coser vestidos
tengo vestidos de calle
tengo vestidos de fiesta
tengo vestidos de cama
tengo vestidos
estampados en batallas
que no se han terminado de escribir


PARAÍSO

Aquí no hay glamour
ni bares franceses para escritores
sólo rotiserías con cabezas de cerdo
zapatos de segunda
cajas de clavos. martillos. alambres y sierras
guerras entre carnicerías vecinas y asados pobres
este no es el paraíso ni el anteparaíso


ME DICE

Me dice que escribía en boletas
y papelitos de cigarros
mientras ella
se iba al baño
a mirarlo por la ventana
Me dice que ella es su muerte
y que no quiere morir todavía
porque la muerte
es mujer fatal
Me dice que ella es su crisantemo
y le recita haikus
en el cerro San Cristóbal
mientras los animales
se vuelven histéricos con la lluvia
Él recoge las mejores cartas
y las guarda en su libro de budismo
recitando mal a Girondo
mientras ella
se aleja
con sus senos de magnolia
volando
sobre la ciudad


TROZOS DE MERCURIO

Una pensión en Valparaíso
una cama
una mesa y dos sillas
tengo a John Milton
sobre la taza del baño
estoy bebiendo lo que queda de la tarde
he escrito cosas mientras estaba borracha
que me parecen bien
espero a mi amiga del cerro Barón
para que me recoja despacito
como trozos de mercurio
y me lleve a comer algo
en un restauran donde halla wurlitzer
porque quiero escuchar
esa canción de Bob Dylan
todo lo que me resta de vida


LA MISMA NOCHE

A nadie le importó
quién se iba primero
o quién pagaba la cuenta
de estos cuatro meses
jamás beberemos
tanto como entonces
ni tendremos la sensación
de ser tan felices

teníamos el corazón tan cargado
que nos arrastrábamos
como imanes
a la misma noche
a la misma mesa
al mismo vacío
que no podíamos dejar
y nos dolía tanto

al mismo flamenco
teñido de apareamiento
que caía seco
en las sillas plásticas del bar
al mismo engaño
que jamás fue
sino el pliegue de una mirada
en dirección a la misma lejanía
al mismo espacio inconsolable
que era también
la única forma
de entrega


LA CHICA MÁS LINDA

La chica más linda de la fiesta
tiene una bolsa plástica en la cabeza
marcas de tinta en los dedos
sus huellas digitales
en toda la ciudad



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