GIOCONDA BELLI. NICARAGUA (1948) |
¿QUÉ SOS NICARAGUA?
¿Qué sos
sino un triangulito de tierra
perdido en la mitad del mundo?
¿Qué sos
sino un vuelo de pájaros
guardabarrancos
cenzontles
colibríes?
¿Qué sos
sino un ruido de ríos
llevándose las piedras pulidas y brillantes
dejando pisadas de agua por los montes?
¿Qué sos
sino pechos de mujer hechos de tierra,
lisos, puntudos y amenazantes?
¿Qué sos
sino cantar de hojas en árboles gigantes
verdes, enmarañados y llenos de palomas?
¿Qué sos?
sino dolor y polvo y gritos en la tarde,
--"gritos de mujeres, como de parto"--?
¿Qué sos
sino puño crispado y bala en boca?
¿Qué sos, Nicaragua
para dolerme tanto?
ODA A UN PAÍS GÜEGÜENSE
Este país me somete a su pasión, a su locura,
a la droga de tardes incendiarias
donde volcanes caminan horizontes abajo
sin que nadie los detenga.
Este país me pone sus pies fríos sobre el pecho
su rostro de máscara ilegible extendido como burla.
Me obliga a implorarle al viento que me explique la
voracidad de este engaño.
El rasguño, el rapto, el olor a podrido que se escapa a veces
de sus flores
más esplendorosas.
Este país sabe que no quiero ver su vientre adolorido,
sus vísceras laceradas, las cicatrices de múltiples heridas
la huella de punzantes dardos, de puñales enterrados.
Este país me hace odiar que mis sentidos no discriminen
y borren las visiones oscuras antes de que me toquen:
Espaldas apaleadas que gimen como bocas,
rostros maltrechos desalojados por la esperanza.
Este país suda sus mediodías luminosos
para que yo crea en la torva perversidad de su belleza.
Para que no levante el sudario resplandeciente de sus
paisajes,
y vea a la muerte traficando huesos bajo mis narices.
Embadurnada de lágrimas me tiene este país.
Sale la luna alfanje a descabezar luciérnagas.
Los grillos cantan notas de sopranos imposibles.
Los vientos alisios revientan olas invisibles en mi balcón.
Pero ya no hay belleza que me engañe,
ni arrullo que me haga dormir.
De Mi íntima multitud, 2004.
UNO NO ESCOGE
Uno no escoge el país donde nace;
pero ama el país donde ha nacido.
Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;
pero debe dejar huella de su tiempo.
Nadie puede evadir su responsabilidad.
Nadie puede taparse los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarse las manos.
Todos tenemos un deber de amor que cumplir,.
una historia que nacer una meta que alcanzar.
No escogimos el momento para venir al mundo:
Ahora podemos hacer el mundo
en que nacerá y crecerá
la semilla que trajimos con nosotros.
EL HOMBRE QUE ME AME
El hombre que me ame
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,
encontrar la profundidad de mis ojos
y conocer la que anida en mi, la golondrina
transparente de la ternura
El hombre que me ame
no querrá poseerme como una mercancía,
ni exhibirme
como un trofeo de caza,
sabrá estar a mi lado
con el mismo amor
con que yo estaré al lado suyo.
El amor del hombre que me ame
será fuerte como los árboles de ceibo,
protector y seguro como ellos,
limpio como una mañana de diciembre.
El hombre que me ame
no dudara de mi sonrisa
ni temerá la abundancia de mi pelo
respetara la tristeza,
el silencio
y con caricias tocara mi vientre como guitarra
para que brote música
y alegría
desde el fondo de mi cuerpo.
El hombre que me ame
podrá encontrar en mi
la hamaca para descansar
el pesado fardo de sus preocupaciones
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,
el lago donde flotar
sin miedo de que el ancla del compromiso
le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.
El hombre que me ame
hará poesía con su vida,
construyendo cada día
con la mirada puesta en el futuro.
Por sobre todas las cosas,
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si necesario.
El hombre que me ame
reconocerá mi rostro en trinchera
rodilla en tierra me amara
mientras los dos disparamos juntos
contra el enemigo.
El amor de mi hombre
no conocerá el miedo a la entrega,
ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento
en una plaza publica llena de multitudes
Podrá gritar–te quiero–
o hacer rótulos en lo alto de los edificios
proclamando su derecho a sentir el mas hermoso
y humano de los sentimientos.
El amor de mi hombre
no le huirá a las cocinas
ni a los pañales del hijo,
será como un viento fresco llevándose entre nubes de sueño y de pasado
las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron
separados
como seres de distinta estatura
El amor de mi hombre
no querrá rotularme o etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor, como una Revolución
que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria.
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